12/2/09

Empiezo a leer tu mensaje y, entre líneas, solamente encuentro reproches. Sé que ya advertiste mis errores una y otra vez, pero no sabés que me juré mejorar esas cosas que también odio de mí, pero que me hacen ser yo. Por eso creés que no me invade la culpa en esta inesperada despedida. La luna ya no dice nada; ni siquiera histeriquea escondiéndose tras las nubes. Y pensar que ya nunca te volveré a ver. Al menos, me consuela saber que habrá otras historias insignificantes merodeando por aquí y dispuestas a reiterar los reclamos del único y verdadero amor, ese que se escapa cuando no quedan más que pedazos de un corazón por ofrecer.

2/2/09


Cuando se ama con el alma, se ama en forma desmedida. ¿O debe un corazón sufrir por quien dice amarlo? Quizá sería mejor amar con la mente y el cuerpo, al menos nada tendría que reprocharle mi amor a tu amor. Sé que mis necesidades son tan egoístas como las que pondera tu deseo de libertad. Pero mi única culpa es este amor incondicional que trae consigo ese sentimiento detestable de creer que el mundo no tiene sentido si no estás, y que me hace sentir totalmente insignificante si mis besos no bastan para hacerte feliz.

Robó todas sus ilusiones y a los pocos días ya estaba aferrado a otro cuerpo. Con un "está bien" terminó aquella conversación mientras ella esperaba una confesión de amor que nunca llegó. Tampoco hubo un beso de despedida. Ni siquiera le permitió que se lo llevara de arrebato en otros encuentros casuales, aunque él supiera que su negación no era más que la dignidad que ella ya había perdido al desnudar su alma; esa que lastimó como si fuera dueño de un corazón despechado. Pero era la primera vez que lo amaban de verdad. Por eso, le cabe la culpa del menosprecio. El se arrepintió a tiempo, aunque ella hubiera esperado mil años para escuchar esas palabras. Tal vez para que el propio ego no sufriera una mala jugada; o tal vez para olvidar el error que cometió su corazón enamorado: la entrega absoluta. Sin embargo, en el momento del purgatorio terrenal, sin ilusión alguna, aquella alma desnuda había preparado la coraza que contiene todas las pasiones. Aceptó las disculpas y se guardó los reproches del pasado que hoy escribe a oscuras en medio de una noche de insomnio.