16/12/09

La niña-mujer tiene una sola convicción que gobierna su vida: la de creer que en algún momento, sea a los 20 o a los 74, va a encontrar a su príncipe azul. Esa única certeza incluso despierta incertidumbres cuando aparece ese amor indescriptible y es correspondido sin mediar interferencias (llámese ex novias, madres posesivas, amigos que lo odian, histeria exagerada, duelos eternos, inestabilidad emocional, infidelidad compulsiva, entre otras).
¿Y si se destiñe con el tiempo? Podría volverse gris, verde y hasta rosa (lo que sería genéricamente irreversible).
A veces se siente estúpido, después de tantas desilusiones -de haberse casado tres veces y haber parido más de ocho hijos imaginarios de distinto padre, pensar que se puede volver a confiar y aprender nuevamente a diferenciar la parte del todo. Pero bastan un par de ojos negros para saber que solamente esa mezcla indefinida de sentimientos es la que te hace niña-mujer con la convicción y la fortaleza para alzar los castillos de arena necesarios hasta hallar al verdadero príncipe azul.