12/4/10


El mundo se deshace, se consume, se esfuma océano por océano, mientras permanezco inmóvil observando como se derrumba la vida del mundo y mi propia existencia. Permanezco inmóvil, atada de pies y manos por un pensamiento que no logra convertirse en realidad, en eso concreto que trastorna mi cabeza y no me deja dormir a las seis, cuatro, tres, cinco de la madrugada. Y la culpa se amontona en una mochila tejida con la ilusión de hacer de este planeta un lugar respirable, sonriente, carente de odio y soledad. Todas las noches me ahogo en un mar de soluciones, pero a la mañana el mundo se deshace, se consume, se esfuma océano por océano.