13/4/09

¿Cómo encontrar al testigo que nadie vio? Otra vez el culpable queda exento de condena por falta de pruebas mientras la víctima vuelve a padecer aquellos viejos días de soledad intermitente. Y ésta que nunca se va, y parece mirarlo con zozobra desde la ventana, sonríe irónicamente y jura en medio de un susurro: no será la última ni la primera vez que un corazón muera por amor. Pero al culpable parece no importarle, y hasta coquetea con la indiferencia, aunque teme por su posible aparición que ya ni el odio fugaz lo haga sentirse vivo como ayer.