20/8/10

Todo esto va mal --- Gabriel Noguera

Me la encuentro en el tren o, para ser exactos, ella me encuentra a mí, pues yo voy distraído, como siempre, pensando en vete a saber qué, como siempre, como si la vida no fuera conmigo, como siempre. Y es la nuestra una conversación muy civilizada, también como siempre, pues no vale la pena reprocharse nada. Me pregunta si estoy con alguien y yo le digo que no; no sé si espera que le pregunte lo mismo, pero no lo hago: hay información que a uno no le sirve para nada, salvo para hacerse daño y yo nunca he tenido ánimo masoquista. Me da las gracias por mandarle el libro cuando le digo que sólo me dieron cinco ejemplares. «Sí, no sé», digo yo, «se lo he mandado a las chicas que han sido importantes en mi vida, aunque yo no lo fuera para ellas». Ella decide ignorar la última parte y se centra en la primera: «así que chicas; ¿son muchas?». «Se lo he mandado a B y a ti», zanjo yo la cuestión, o eso creo, porque siempre tiene motivo de queja: «¿ves?, si estuviera contigo, tendría celos de B». Yo suspiro, siempre la misma mierda, pero no tengo ganas de discutir. Siempre tienes alguna excusa, podría decirle. No estarías conmigo porque hoy es jueves, por ejemplo. Cualquier cosa vale. Y sé que todo esto es una pérdida de tiempo. Todo esto va mal. Lo sé cuando me dice que el otro día estuvo leyendo las cosas que escribí hace media vida. «Tendrías que hacerme un favor y quemarlo», le digo yo, pero ella no lo entiende. Ella nunca entiende nada y todo esto es desolador. Porque yo a esta chica la quise más que a mi vida y ella nunca fue capaz de dedicarme ni un pensamiento de verdad. Porque me lee como quien oye llover. Porque cree que estoy ahí, no sé, para amenizar su vida de vez en cuando o algo así, como un secundario que aparece de tanto en tanto en la obra. «¿Te das cuenta de que eres el mal absoluto?», le pregunto en un momento dado, pero ella cree que bromeo y sonríe.


Gabriel Noguera