26/5/09


Te apoderaste de mis horas de sueño como si fueses el amo y señor de mis pensamientos; e imaginé ese mundo perfecto que no cabe en nuestra realidad. Te lo pedí de mil maneras, hasta utilizando las dulces estrategias por las que asegurás ser capaz de darlo todo, pero no me dejaste escapar. Se puede llenar cualquier vacío, menos el de un amor sin despedida. Y lo que más duele es tener que convencernos de que es imposible, cuando eso no significa más que las circunstancias a las que nos atamos para no volar más alto. Pero me callo otra vez para que pienses que estoy de acuerdo en que te resignes, aunque ya no creo en tus palabras y sus dimensiones.