mundo gracioso del esparcimiento;
y no fue raro que jugara el viento
con la mentira de mi primavera.
Dormido el corazón, extraño fuera
que hubiese dado lumbre y aposento
al suplicante Amor, cuyo lamento
llama de noche al corazón y espera.
Si, fría el alma y agobiado el lomo,
llegué a tu soledad reveladora
con pie de pluma y corazón de plomo,
¡Deja que un arte más feliz asuma,
gracioso mundo, y que te busque ahora
con pie de plomo y corazón de pluma!
Leopoldo Marechal